El ser humano es
perfectible y esa posibilidad de ser, estar, comportarse, producir, destruir,
sufrir, ser feliz, vivir o morir, de una u otra manera, se encuentra alojado en
las entrañas esenciales de su poder. He allí su condición endógena, sin embargo
la pobreza y calamidades que esta inicie sobre la raza humana delatan el
avallasamiento del no-poder, muy parecida a la que ofrece la muerte, tal como
profetizó en sus escritos el militante comunista Carlos Marx, padre del
socialismo científico, al referirse a la religión “ El grito y el quejido de la
criatura oprimida”. Así la ignorancia es una forma de perturbación y el que no sabe, deviene en fanatismo,
corrupción y destrucción, tanto de si mismo como del otro. El principal de la
ignorancia se encuentra en los lugares pobres y esta no se resuelve con la
adquisición de títulos, grados y certificados. Que no transforma al ser humano
de forma integral. La mejor evaluación
es presenciar la transformación del ser humano expuesta como iluminación, sin ella
todo el esfuerzo ha sido inútil y caduco. Por lo tanto explorar los vínculos
entre la educación y el desarrollo en su modalidad endógena, es decir, humana e
integral, debe estar dedicado a formar ciudadanos capaces de aprender a ser
personas, cada día ganen en humanidad, adquieran conocimiento, desarrollen
sabiduría en el hacer, saber y convivir a diario, una persona capaz de de
ejercer liderazgo compartido en un nivel de respeto, confianza, compromiso y
cooperación, promoviendo la convivencia en una sociedad justa y democrática.
http://www.aporrea.org/endogeno/a31423.html
La educación, en el desarrollo endógeno,
implica la búsqueda colectiva de procesos formativos plurales, a diversos
niveles, desde distintos espacios (personales, comunitarios, institucionales),
También requiere de formas novedosas, creativas, de aprendizaje y de generación
y socialización del saber. Se trata, en
fin, de crear situaciones de aprendizaje
personal y colectivo, mediante articulaciones entre los diversos sujetos sociales.
Para favorecer estos procesos hay que crear
condiciones propicias, superando o transformando las pautas sociales
coaccionadoras o limitantes. Supone que la educación está ligada a la vida, y
se desarrolla con ella en todo momento y en todos los espacios sociales, con el
propósito de crear condiciones para el desarrollo vital, pleno, de las
personas. Persigue, además, la construcción de conocimientos sistemáticos, la
fundamentación de estrategias y modos efectivos de acción, atendiendo a las
circunstancias específicas y a las intencionalidades de los grupos humanos.
Desde lo anterior, podemos afirmar que los
retos de la formación, desde estas realidades, tienen que ver con una nueva
concepción, y la redimensión de las instituciones destinadas a la educación.
Ello requiere establecer delimitaciones entre sistema educativo y sistema
escolar. El sistema educativo comprende todos los espacios de formación que
existen en la sociedad: familia, amigos, industria cultural, la calle, la
política. Este sistema educativo incluye al sistema escolar: educación inicial,
educación básica, educación media diversificada, educación superior, postgrado.
El sistema educativo (incluyendo el sistema
escolar) ha de fortalecerse mediante vínculos orgánicos, a la vez que
flexibles, entre personas, organizaciones, instituciones, comunidades, a partir
de las vivencias presentes, locales y más lejanas. Ello supone un profundo
estado de autoconocimiento (personal, colectivo, como sociedad), que requiere
de la síntesis entre políticas, ciencias y estrategias particulares. En la
medida que se fortalezcan las capacidades endogenizadoras, se irán conformando
los anillos productivos (de bienes, de servicios y sobre todo, de
conocimiento), en un proceso constante de formación, interformación y
autoformación, de apropiación del conocimiento tecnológico y la asunción de los
roles emergentes.
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